Hablemos de vidas que se pudieron haber salvado. De aldeas enteras. Hablemos del más desolado abandono de Estado. Hablemos de la necesidad de una política que vaya de vuelta al humanismo. Hablemos del llanto de todo un pueblo.
En algún medio internacional se han preguntado si la actitud del gobierno ante la tragedia, es a causa de la indolencia, la incapacidad o la irresponsabilidad. Usted juzgue, porque hablamos de un Estado que se debe a nosotros. Este no es un tema de caridad. Aunque cuando no hay prevención, estrategia ni medidas de abordaje, lo que nos queda es eso, la caridad. Donar ropa, zapatos, comida, agua de la manera más solidaria que se haya visto, cuando esa avasalladora fuerza ciudadana también podría aprovecharse en medidas dirigidas por las instituciones responsables, preventivas, rutas de vigilancia, brigadas de atención continua en las áreas más vulnerables del país. En educación, programas, simulacros, gestión de riesgo. Todos involucrados. Todos unidos al servicio de un plan. Pero solo hay vacío. ¿Cuántos habitan los barrancos, las faldas, los asentamientos, las márgenes de los ríos? Hablemos de la indiferencia. Hablemos del olvido.
Lo cierto es que tantos están ahora pagando las culpas de la ignominia. Una vez más. Por muy duro que parezca, contamos con autoridades sumidas en su pequeño mundo, uno sin ventanas ni puertas.
Que esta lección de elegir a un puesto político a alguien que carece de formación, sea inolvidable. Porque la cosa pública tiene que tener más que imagen. Sin formación, capacidad y virtud de ser político para conducir a un pueblo, una persona está imposibilitada para hacerle frente a los grandes desafíos que enfrentamos. Se esconde en el efecto avestruz.
Pero lo peor de todo es que la imposibilidad de gobernar se extiende a las demás instituciones. Es una plaga. Esta misma falta de responsabilidad política se refleja en las personas designadas para ocupar otros puestos, sin dirección. Sin visión política del ámbito que les toca abordar. Y encima de todo, lo confiesan (Ministro de Ambiente confiesa no saber de ambiente). ¿Se dejaría usted operar por alguien que no tiene ni idea de medicina?
Ante nuestra vulnerabilidad ambiental, la estrategia es clave. Obligatoria. La prevención es imperativa. Imperdonable no contar con maneras de protección y reacción inmediata. Es que…, ¡nadie sabía qué hacer! ¡No sabían hacia dónde escapar del horror!
Hablemos de humanismo. Hablemos de lo que pudo evitarse. Compartamos el dolor y, sobre todo, la más profunda indignación.
Referencia: https://elperiodico.com.gt/opinion/2018/06/13/hablemos/