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🌱INFORMACIÓN IMPORTANTE 🦠

La solidaridad y colaboración entre guatemaltecas y guatemaltecos es vital para que juntos enfrentemos el desafío que nos presenta la pandemia mundial de Coronavirus (COVID-19).  En estos momentos es muy importante guardar la calma y sensatez para ayudar a contener el avance del contagio de este virus.

Recomendamos observar estos lineamientos básicos en beneficio de todas y todos.

  • Atendamos las medidas y recomendaciones de prevención, contención, detección y tratamiento emitidas por el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS) y medidas de seguridad que la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (CONRED) emita.
  • Prioricemos el cuidado de los grupos que se encuentran en mayor riesgo, tales como los adultos mayores, personas que padezcan enfermedades respiratorias, autoinmunes o diabetes, niños y niñas en estado de desnutrición.
  • Apliquemos disciplinadamente el constante lavado de manos con jabón antibacterial, ya que es la medida de sanidad más efectiva y económica de prevención. 
  • Cuidemos de los demás atendiendo las señales y síntomas específicos tales como fiebre, tos y dificultad para respirar. De presentarse, evitemos el contacto con otras personas y atendamos las recomendaciones de especialistas en salud.
  • Evitemos en la medida de lo posible reuniones numerosas y sitios concurridos. Reducir el contacto y cercanía con otras personas reduce grandemente el riesgo de contagio.
  • Evitemos adquirir innecesariamente una gran cantidad productos de higiene, limpieza, insumos médicos o alimentos. El normal acceso y el uso de estos productos por parte de toda la población es lo conveniente para todas y todos.
  • Seamos responsables con la información que consultamos y reproducimos. Prestemos atención solamente a fuentes verificadas y evitemos esparcir desinformación o información dudosa que innecesariamente genere alarma o incertidumbre.

Apoyemos a las autoridades de Gobierno, trabajadores públicos y en general a todas las personas involucradas en los esfuerzos de combate a esta amenaza a la salud pública. Nos une la voluntad y el deseo de sacar adelante a nuestro país.

MOVIMIENTO SEMILLA

Guatemala, 13 de marzo de 2020




Censo de Población 2018: retos de las dinámicas demográficas para los mecanismos de participación y representación

Por Carlos Mendoza

Secretario de Formación Política

Según el XII Censo de Población realizado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en 2018, la edad promedio de los residentes en Guatemala era de 26.5 años. De las 14 millones 900 mil personas censadas, el 40% eran menores de edad en el año del censo. Por lo tanto, el restante 60% eran personas mayores de edad que deberían ejercer el derecho ciudadano al voto (excepto por unos 36 mil extranjeros residentes en el país, si es que no han adquirido la ciudadanía). Idealmente, todas estas personas deberían estar empadronadas para poder votar.

El Censo 2018 contabilizó 8,913,018 personas mayores de edad, pero el padrón que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) autorizó para participar en las recientes elecciones del 2019 contaba con 8,149,793 individuos. La diferencia de 763,225 personas, casi un 9% del total censado como mayores de edad, se distribuye de la siguiente manera según los rangos de edad que utiliza el TSE:

Fuentes: INE (2019). Censo de Población y Vivienda 2018.

TSE (2019). Distribución de Electores por Edades, marzo 2019

Como puede observarse en la tabla previa, el TSE ha dejado fuera del padrón a más de 1 millón 300 mil jóvenes entre 18 y 30 años de edad. Por otro lado, la composición del padrón parece revelar que casi 540 mil personas mayores de 30 años están habilitadas para votar, pero no residen en el país, pues el INE no las encontró al momento de censar, aunque algunas podrían estar incluidas en la omisión censal (los que quedaron fuera del censo simplemente porque fue imposible llegar a ellos). Esto representa dos grandes retos para el TSE, en función de garantizar que todos los guatemaltecos puedan participar en las próximas elecciones 2023.

Primero, es indispensable que el TSE coordine con el Registro Nacional de las Personas (RENAP) para que este pueda colaborar en el empadronamiento automático de quienes llegan a tramitar su Documento Personal de Identidad (DPI) por primera vez. El Registro de Ciudadanos del TSE no se puede excusar en la supuesta “apatía juvenil” para no realizar un convenio con RENAP o hacer las gestiones legales, administrativas y tecnológicas que sean necesarias para incluir a los jóvenes en el padrón. Sin participación no hay democracia.

Segundo, ahora que es legal para los guatemaltecos residentes en el extranjero ejercer su derecho al voto a distancia, el TSE también debe garantizar que estén habilitados para votar y, en efecto, tengan la posibilidad material de hacerlo, sin que los costos sean un obstáculo imposible de superar. En las elecciones de 2019, el padrón en el extranjero únicamente llegó a incluir 63,267 personas. Es decir que sólo el 12% de los migrantes guatemaltecos que ya tienen DPI pueden ejercer el derecho al voto. Por lo tanto, ese 88% restante que ya aparece en el padrón simplemente debería actualizar su lugar de residencia para ser incluido donde corresponda. En los Estados Unidos de América hay una modalidad de voto a distancia en el cual se envían las boletas con anticipación a los ciudadanos que viven fuera del país y por el mismo correo mandan éstos su respuesta. Por lo tanto, no es necesario tener juntas receptoras de votos por todo el mundo. Hay mecanismos ya probados para garantizar la integridad y secretividad de esos votos. O se podría hacer la votación vía electrónica, así como se hacen con seguridad millones de transacciones financieras cada día. El TSE debe ponerse a la altura.

Otro dato importante que nos da el Censo 2018 es el tamaño de los distritos electorales. Esto sirve para determinar si los mismos están o no proporcionalmente representados en el Congreso de la República. Aunque en la reforma de 2016 a la Ley Electoral y de Partidos Políticos se fijó el número de diputados por distrito, la Constitución Política no fue modificada y claramente dice en su artículo 157 que la ley debe establecer el número de diputados que correspondan a cada distrito, en proporción a la población. Para simplificar el análisis, simplemente compararemos el porcentaje de votos que los diputados de cada distrito representan en el Congreso, sin contar a los de lista nacional, con el porcentaje de la población censada en cada distrito.

Como se muestra en la siguiente tabla, al menos dos distritos están sobrerrepresentados: el municipio de Guatemala (Central) y el resto del departamento de Guatemala. En contraste, los departamentos de Santa Rosa, Petén, Alta y Baja Verapaz se encuentran subrepresentados en el Congreso, dada la cantidad de población censada. El voto en el Organismo Legislativo sería más equitativo y proporcional, como manda la Constitución, si se trasladan 4 curules de los dos primeros distritos hacia los otros cuatro ya mencionados. Los únicos dos distritos electorales que parecen tener perfecta proporcionalidad son Huehuetenango y Jalapa. El resto tienen algún grado de sobre o subrepresentación, pero es difícil enmendarla porque los puestos en el Congreso no pueden fraccionarse. A no ser que en una futura reforma legal se pondere el voto de los diputados según el tamaño del distrito que representan, o lo distritos electorales se redefinan de manera que tengan un similar número de ciudadanos o electores.

Fuentes: INE (2019). Censo de Población y Vivienda 2018. LEPP (2016), artículo 205.

Nota: en la 5ª columna el rojo indica sobrerrepresentación, mientras que el verde es de subrepresentación.

 

Es interesante que la realización del censo de población, después de seis años de retraso pues se recomienda hacerlos cada diez años y el último había sido en 2002, fue posible gracias a la reforma de la LEPP del 2016 al fijarse el número de diputados por distrito, pues de lo contrario la cantidad total se hubiese visto incrementada. Antes la Ley establecía que: “Cada Distrito Electoral tiene derecho a elegir un Diputado por el hecho mismo de ser distrito y a un Diputado más por cada ochenta mil habitantes. […] El número total de Diputados que integren el Congreso de la República deberán estar de acuerdo con los datos estadísticos del último censo de población”. Según esa regla, “en 2023 elegiríamos entre 220 y 248 diputados” según explica Hugo Novales en su reciente artículo “El censo, el número de diputados, y la representación distrital”.

No obstante, ahora que tenemos las cifras del censo (aunque no es la población total y definitiva, sino sólo la censada, pues falta sumarle la no censada) nos percatamos que fijar el número de diputados por distritos no era la solución, pues con el tiempo, debido a las dinámicas demográficas, especialmente de migración interna y hacia el extranjero, los distritos irán perdiendo cada vez más proporcionalidad, violándose de esa manera no sólo la Constitución sino algo más importante, el principio de representación proporcional de los territorios.

En conclusión, los censos de población, hogares y viviendas son una valiosa herramienta para el diseño, implementación y evaluación de las políticas públicas, nacionales y locales. Nos permiten recopilar evidencia para definir y solucionar problemas públicos de diverso tipo (educativos, sanitarios, medioambientales, productivos, y otros). Además, nos permite ajustar los mecanismos para la participación política en el marco de la democracia, como los temas abordados del empadronamiento y la proporcionalidad de la representación. Incluso, el censo es una herramienta poderosa para el diseño de la futura estrategia electoral del partido. Con estos datos, podrá hacerse una estrategia muy precisa para llegar al electorado que nos interese persuadir.

#DemocraciaSemilla




CICIG

Anabella Giracca (*)

Infinitamente gracias.

Llámenle terremoto, tsunami, tornado o hecatombe. Cualquier símil empleado es válido ante los hechos que acontecen por estos meses borrascosos. Muchos disfrazados. Enmascarados.

Hablo de la cooptación como el marco que encuadra nuestra realidad. O sea, de un Estado que ha sido capturado sistemáticamente por organizaciones criminales con el fin de apropiarse del poder y dragar recursos. Socavando la autoridad de los gobiernos, haciendo uso de los servicios de inteligencia y valiéndose de su amplio conocimiento de las grietas que sufren la seguridad pública y la jurídica, para ganar dinero y garantizar impunidad.

Los esfuerzos sustantivos canalizados en una ola de amenazas y campañas de desinformación a manera de publicidades baratas, surtieron efecto porque, al parecer, tocar a los “intocables” está prohibido por nuestra historia. Porque por primera vez ese monstruo de larga vida, se sentía acorralado.

Y todo se fue transformando en redes político-económicas extendidas en gran parte del territorio (no olvidar alcaldías). Los casos no han sido estáticos, crecieron, se fueron moldeando con las necesidades del tiempo. Cierta modalidad donde muchos partidos ensamblan con una estructura más permanente. O sea, se incrustaron en el corazón de la política.

Cada sector del Ejecutivo se consigna como un feudo, como una granja a administrar. ¿Y qué decir del Legislativo? Donde todo es objeto de negociación en términos económicos. A la par de esa terrorífica captura de lo estatal, hay acciones que también tienen que ver con el poder Judicial. Con el fin de asegurarse protección. O sea que estos tentáculos oscuros, se extendieron a todas las ramas del poder público. ¿Hasta leyes en venta?

Lo cierto es que resulta difícil darnos cuenta de la magnitud del fenómeno. De su gravedad. Porque se lucha contra la paralización del Estado, “un monstruo grande y pisa fuerte”. Quienes han trabajado arduamente en desenredar tanto nudo, quedaron fuera. Eso a pesar de la conciencia popular que, en su mayoría, apoyaba su trabajo. Pero este dejó de ser un tema de sociedad, de ciudadanía, para convertirse en venganzas personales (aló presidente). Cerraron filas a la vieja usanza y expulsaron a la CICIG. Las campañas negras se reprodujeron como parte de la estrategia oscura, el morbo y el circo, hasta abandonar este proceso único, y entregarnos de nuevo en los arrullos de la impunidad, la corrupción y la ignominia.

La CICIG se va. Sus muy exitosos esfuerzos fueron grandes y fructíferos, pero hoy estancados por la vara de aquellos que sistemáticamente han sido amos de este golpeado mapa.

Dicen que somos más lo que dejamos de hacer que lo que hacemos. Que nos marca más lo que fue posible pero nunca fue real. Este gobierno, lo único que hizo, fue truncar lo que pudo ser hasta el final.

Gracias CICIG. Infinitamente gracias.

(*) Escritora, ha publicado Demasiados secretos (2009), Sanjuana (2012), El enigma del santuario (2013) y Gitana mía (2014), Para servirle (2018). Es cofundadora del Movimiento Semilla.
Nota: Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad exclusiva de la autora y no del Partido.. Esta opinión fue publicada originalmente en El Periódico Guatemala



Guatemala la guajera

Fernando Barillas Santa Cruz (*)

Nada bueno se vislumbra a nivel político en el país.

El férreo conservadurismo y el miedo real a un cambio estructural, alimentado por prejuicios y creencias obsoletas de las sociedades urbanas más el hambre y el deseo de obtener el único beneficio que los más pobres reciben de la democracia, que se traduce en regalos y dádivas durante el proceso electoral, tienen nuevamente a Guatemala entre dos opciones que no la llevarán a ningún lado.

Allí está Sandra Torres, persistente, necia. Ella, con un cuero tan fuerte, capaz de resistir toda clase de embates, cuestionamientos, acusaciones y ridiculizaciones, finalmente está a punto de cumplir su más anhelado sueño: ser presidenta.

Es de reconocerle su resiliencia —o ambición—. Cualquier político con un poco de amor propio habría tirado la toalla hace ratos. Y no es que Sandra no lo tenga: quizá tiene de más.

Sobrevivió al circo que ella misma construyó cuando se divorció del presidente Colom para satisfacer su capricho de ser la sucesora del gobierno de la UNE. Muy a su estilo y con la complacencia de los dirigentes partidarios, empujados más por miedo que por convencimiento, estos acompañaron a Sandra en esa batalla ilegal que, a pesar de todo, representó una gran victoria para el partido en el Legislativo en las elecciones de 2011.

La humillación que sufrió en las urnas tras la segunda vuelta del 2015 —hasta Jimmy le ganó— nos hizo pensar que su carrera política había terminado. Sin embargo, la gestión del comediante ha sido tan escandalosamente mala que prácticamente todos los índices de desarrollo humano presentan retrocesos. Hoy tenemos un país más desigual, más desnutrido, más pobre, más desesperado, todas ellas condiciones que fortalecen la candidatura de Sandra.

Por eso el voto por la ex primera dama es un voto desde el hambre, un voto por resolver aunque sea la comida inmediata y confiar después en que el Gobierno los atienda a pesar del conservadurismo capitalino, que hace todo lo posible por invisibilizarlos, por satanizarlos.
Y si bien suenan nobles las prioridades por las que apostaría un eventual gobierno de Sandra, no todo es tan bonito. Ella ha abierto sus puertas a operadores políticos perversos y al financiamiento electoral ilícito. El fin justifica los medios y, comprobado está, no tiene escrúpulos para aliarse con quien sea con el fin de alcanzar su objetivo.

El único ganador aquí es el sistema, al que no le importa cuál de estas dos opciones alcance el poder.

Hará todo, pasará por encima de cualquiera, por más cercano que sea, si llega a sentirse agredida, amenazada, perseguida o, peor aún, desafiada. Solo Carlos Raúl Morales, eficientísimo diplomático de carrera y buen canciller en su tiempo, podría ser capaz de influir positivamente en Sandra. Por lo demás, muy poca gente buena queda dentro de la UNE.

Y está también Alejandro Giammattei, el eterno candidato, el que está rodeado por los mismos militares que acompañan a Jimmy, el que alcahuetea las torpes políticas del actual gobierno. Pero es blanco, tiene un apellido de esos difíciles de escribir, habla fuerte, es conservador y se refiere vehementemente a Dios y a Israel. Ello es suficiente para las sociedades urbanas, que niegan su clasismo y su racismo, pero que lo practican naturalmente y a lo mejor inconscientemente.

Con Giammattei solo podemos esperar continuismo. Un recrudecimiento en la persecución de defensores de derechos humanos, activistas sociales y periodistas. Un monigote más de la gran patronal, consecuente con las compañías extractivas e intolerante con grupos indígenas y de diversidad sexual.

Entre ellos dos Guatemala tiene que elegir. Qué ofertón, diría el meme.

El único ganador aquí es el sistema, al que no le importa cuál de estas dos opciones alcance el poder. Ha garantizado su permanencia y tendrá cuatro años más para recuperarse de los durísimos golpes que le propinó la Cicig y seguir inyectando miedo ante cualquier idea que lo cuestione o busque transformarlo.

Donde queda un hilo de esperanza es en el Congreso. Si se logra construir una alianza sólida y programática entre Winaq, Semilla, MLP, URNG y BIEN, será posible hacerle un buen contrapeso a la nueva noche oscura que se avecina. Hay tiempo para ello.

Hacer política de verdad y construir instituciones partidarias sólidas es quizá el único camino que nos queda para que dentro de cuatro años no nos toque andar otra vez de guajeros, buscando en la basura quién es el menos peor para gobernar.

(*) Desobediente. Creyente de la insoportable levedad mediática. Vivo en un país que puede que tenga remedio.

Colaborador Semilla.


Nota: Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad exclusiva del autor. Esta opinión fue publicada originalmente en Plaza Pública.