1

Pensamientos derivados de la resaca electoral.

  • Sobre Sandra Torres – Unidad Nacional de la Esperanza.

Donald Urizar – Miranda (*). 

Me pregunto, ¿Qué piensa ahora Sandra Torres Casanova?

Porque:
  • El partido Unidad Nacional de la Esperanza Bloqueó las #ReformasLEPP, 
  • Gracias a la cooptación de las cortes y el Tribunal Supremo Electoral guatemalteco, intentaron bloquear la inscripción de Movimiento Semilla,
  • Sin duda, influyó en la no inscripción de su rival más fuerte, Thelma Aldana
  • Sandra trató de silenciar a la prensa cuando ésta comenzó a cuestionarle y ante una clara violación del Artículo 35 de la Constitución Política de la República de Guatemala, buscó – por la vía legal – limitar la libertad de expresión, escudándose en la Ley contra el femicidio,
  • Detuvo los casos penales abiertos en su contra al manipular las cortes y fue inscrita finalmente,
  • Pasó como una clara vencedora a 2da vuelta,
  • Realiza una gira con trabajo hormiga, buscando alianzas con los caciques locales y alcaldes recién electos,
  • Lanza la ofensiva contra Alejandro Giammattei sobre su presunta homosexualidad a través de Vea Canal (a pesar que durante el gobierno de la UNE dicho canal fue un acérrimo enemigo del gobierno de su ex esposo)
  • Para encajar con los miwatecos, saca su video para apoyar al ejército,
  • Intenta replicar su fórmula de clientelismo con un cierre de campaña masivo en #Xela #Quetzaltenango al cual NO LLEGA (y se alió con JF, alcalde recién electo que ganó de manera fraudulenta la alcaldía a través de clientelismo y cooptación de la junta electoral municipal)
¡Evidentemente, cada tropiezo que surcó para alcanzar el poder le fue generando una bola de nieve insostenible , la cual pasaría llevándosela más temprano que tarde!
Dejando de lado la misoginia (factor importante a analizar , dado que el triunfo de Giammattei se debió al antivoto para Sandra),
  • ¿Evaluará la Unidad Nacional de la Esperanza que su tiempo en el escenario político presidencial terminó?
  • ¿Ya entendería la misma ex candidata, Sandra Torres Casanova, que el descontento generalizado de un país que se vio traicionado por el sistema político y jurídico nacional habló con un abstencionismo del 75% y evitó formar parte del círculo de la corrupción e impunidad que representa fielmente?
  • ¿Será lo suficientemente valiente para enfrentar a la justicia y no entrampar los procesos con Litigio malicioso?
  • ¿Será el fin de su carrera política, tanto como candidata a la presidencia, así como dirigente de la Unidad Nacional de la Esperanza?
  • ¿Sandra finalmente comprendió que “aliarse” al CACIF ésta vez no le funcionó? Esa organización busca peones y alfiles, siempre y cuando, la alcurnia, los nexos económicos y familiares o el peso político de sus allegados respondan a su dinámica socioeconómica. Sandra, en ningún momento, encaja en dicho espacio: es de Petén, ex combatiente guerrillera, mujer, con capital emergente producto de maquilas, sin apellidos de abolengo característicos de la oligarquía; mientras, en el ideario nacional, un. Alejandro Giammattei es descendiente de emigrantes italianos, tiene cercanía a escuadrones de la muerte y limpieza social, ex presidiario (con ex compañeros cumpliendo penas) y claro guardián del status quo “protegerá” a Guatemala De caer en las garras del “comunismo”…
  • ¿La bancada de la UNE, con un tercio del total de diputados electos para esta legislatura, buscará revertir la anulación del plazo de la #CICIG que un Jimmy Morales (acorralado por el cúmulo de denuncias contra él y su círculo familiar cercano) decidió unilateralmente disolver?
  • ¿La bancada de la Unidad Nacional de la Esperanza finalmente le dará trámite a todas las solicitudes de antejuicio contra Jimmy Morales? Al final, la alianza criminal se rompió cuando el gobierno central no dio el feriado oficial acostumbrado después de un día de votaciones y en esa movilización al interior de la República estaba concentrado mucho de su voto duro…
Sobre Alejandro Giammattei – partido Vamos.
Mucho se habló de los “gallos tapados” de estas elecciones presidenciales, pero nadie daba un vaticinio sobre la virtual victoria de este personaje hasta el momento que dejaron fuera a Thelma Aldana y que no hubo un consenso entre los partidos de izquierda para impulsar, o a Manuel Villacorta (del partido Winaq) o a Thelma Cabrera (del Movimiento para la Liberación de los Pueblos, MLP) para tener una verdadera opción en segunda vuelta.
Vamos, por su parte, no es más que un vehículo electoral construido alrededor del actual candidato electo para la presidencia, sin estructura partidaria en todo el país – como sí la tiene la UNE – y cuya victoria debe reconocerla en el ámbito de la poca legitimidad del proceso electoral (con la no inscripción de Thelma Aldana) y denuncias por fraudes electorales en varios municipios. Un 23% de la población guatemalteca no le da la legitimación suficiente a su victoria, aunque sí refleja cómo el antivoto, el machismo, la misoginia y la desinformación al respecto de Sandra caló en un “electorado clasemediero” de las principales cabeceras departamentales y la ciudad de Guatemala.
La fórmula de convencimiento de las capas medias la sabemos y no ha evolucionado desde 1985, salvo en el periodo de Álvaro Colom, cuando el área rural volteó el voto duro de la ciudad de Guatemala.
El criterio de oportunidad que se le da a Vamos viene del descontento generalizado contra los caciques locales de la UNE, quiénes – valiéndose del clientelismo – se recuerdan de sus bases y territorios por seis meses, cada cuatro años.
Al provenir de un contexto de guerra, el sinónimo de “mano dura” de los gobiernos populistas de derecha en Guatemala es asociado implícitamente con la “capacidad de poner orden” y en esa falacia residió el eslogan de campaña.
¡Qué rápido olvidaron la cercanía entre Óscar Berger – Otto Perez Molina – Alejandro Giammattei en el gobierno de la Gran Alianza Nacional!
Esa tríada pone de manifiesto la cercanía entre cuerpos ilegales y aparatos clandestinos de seguridad (recordemos el incremento de la “violencia común” durante el gobierno de Berger, más puntualmente los ataques a los buses rojos), el incremento de la conflictividad social por la adjudicación del contrato a la Mina Marlin en Sipacapa, San Marcos; a Cementos Progreso, en San Juan Sacatepéquez y promesas de megaproyectos que se quedaron en papel.
Durante el gobierno de Otto, continuó la misma lógica y con Alejandro, posiblemente solo se recrudecerá la conflictividad social y agraria, dada la intolerancia demostrada a los sectores populares que – con pleno derecho a la asociación y libertad de expresión – demandan la cercanía de un Estado ausente.
Alejandro enciende los temores del continuismo e improvisación de Jimmy Morales, en cuanto a la tibieza y el silencio del nuevo presidente electo ante temas con gran impacto social (redadas anti inmigrantes por Trump en Mississipi, niños separados de sus padres en la frontera, acuerdo del tercer país seguro, entre otros)
Enciende las alarmas de los grupos de derechos humanos al no fijar postura sobre la CICIG (por tener casos abiertos contra funcionarios de la GANA) y, gracias a su elocuencia, ya dejó en claro su intolerancia ante el descontento social que aún Recurre a los paros y tomas de carreteras como medidas de presión para impulsar agendas sociales.
Desalienta saber que su elección no fue resultado de convicción por su discurso , retórica y oratoria (sólo recordemos su monólogo ante Guatevision) sino del suicidio que “la institucionalidad” orilló a un país que no tiene nada que celebrar hoy, lunes 12 de agosto.
El abstencionismo es muestra rotunda del desencanto del sistema democrático guatemalteco: ¡nadie confía en la clase política!
Quiénes acudieron a las urnas lo hicieron con plena convicción de un voto de castigo contra Sandra Torres – por lo que el trabajo mediático logró posicionar en su contra y los errores propios de la UNE – más allá de una certeza de que el país saldrá del lodo en el que nos dejó la inexperiencia de un Jimmy Morales, dedicado a seguir el guión de la impunidad como buen actor que es.
Mientras el cacicazgo, el financiamiento electoral ilícito y los fantasmas del pasado continúen creando partidos – franquicia o vehículos electorales, Guatemala no podrá cambiar la página; hasta que la ciudadanía guatemalteca comprenda que su rol cívico va más allá de la inversión de unos minutos en emitir su voto y que hoy – más que nunca – es necesaria la auditoría social para contrarrestar el fundamentalismo religioso, la criminalización de la protesta social y defensa del territorio y la reivindicación de derechos humanos en el país, quizá, nuestro destino cambie; caso contrario, seguiremos siendo un Estado Fallido.
Quetzaltenango, 12 de agosto de 2019.
 (*) Arquitecto, poeta, gestor cultural, activista, librepensador. Escribo porque es necesario diluir el silencio. #SoySemilla
Nota: Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad exclusiva del autor y no del partido. Esta opinión fue publicada originalmente en Medium 



Guatemala la guajera

Fernando Barillas Santa Cruz (*)

Nada bueno se vislumbra a nivel político en el país.

El férreo conservadurismo y el miedo real a un cambio estructural, alimentado por prejuicios y creencias obsoletas de las sociedades urbanas más el hambre y el deseo de obtener el único beneficio que los más pobres reciben de la democracia, que se traduce en regalos y dádivas durante el proceso electoral, tienen nuevamente a Guatemala entre dos opciones que no la llevarán a ningún lado.

Allí está Sandra Torres, persistente, necia. Ella, con un cuero tan fuerte, capaz de resistir toda clase de embates, cuestionamientos, acusaciones y ridiculizaciones, finalmente está a punto de cumplir su más anhelado sueño: ser presidenta.

Es de reconocerle su resiliencia —o ambición—. Cualquier político con un poco de amor propio habría tirado la toalla hace ratos. Y no es que Sandra no lo tenga: quizá tiene de más.

Sobrevivió al circo que ella misma construyó cuando se divorció del presidente Colom para satisfacer su capricho de ser la sucesora del gobierno de la UNE. Muy a su estilo y con la complacencia de los dirigentes partidarios, empujados más por miedo que por convencimiento, estos acompañaron a Sandra en esa batalla ilegal que, a pesar de todo, representó una gran victoria para el partido en el Legislativo en las elecciones de 2011.

La humillación que sufrió en las urnas tras la segunda vuelta del 2015 —hasta Jimmy le ganó— nos hizo pensar que su carrera política había terminado. Sin embargo, la gestión del comediante ha sido tan escandalosamente mala que prácticamente todos los índices de desarrollo humano presentan retrocesos. Hoy tenemos un país más desigual, más desnutrido, más pobre, más desesperado, todas ellas condiciones que fortalecen la candidatura de Sandra.

Por eso el voto por la ex primera dama es un voto desde el hambre, un voto por resolver aunque sea la comida inmediata y confiar después en que el Gobierno los atienda a pesar del conservadurismo capitalino, que hace todo lo posible por invisibilizarlos, por satanizarlos.
Y si bien suenan nobles las prioridades por las que apostaría un eventual gobierno de Sandra, no todo es tan bonito. Ella ha abierto sus puertas a operadores políticos perversos y al financiamiento electoral ilícito. El fin justifica los medios y, comprobado está, no tiene escrúpulos para aliarse con quien sea con el fin de alcanzar su objetivo.

El único ganador aquí es el sistema, al que no le importa cuál de estas dos opciones alcance el poder.

Hará todo, pasará por encima de cualquiera, por más cercano que sea, si llega a sentirse agredida, amenazada, perseguida o, peor aún, desafiada. Solo Carlos Raúl Morales, eficientísimo diplomático de carrera y buen canciller en su tiempo, podría ser capaz de influir positivamente en Sandra. Por lo demás, muy poca gente buena queda dentro de la UNE.

Y está también Alejandro Giammattei, el eterno candidato, el que está rodeado por los mismos militares que acompañan a Jimmy, el que alcahuetea las torpes políticas del actual gobierno. Pero es blanco, tiene un apellido de esos difíciles de escribir, habla fuerte, es conservador y se refiere vehementemente a Dios y a Israel. Ello es suficiente para las sociedades urbanas, que niegan su clasismo y su racismo, pero que lo practican naturalmente y a lo mejor inconscientemente.

Con Giammattei solo podemos esperar continuismo. Un recrudecimiento en la persecución de defensores de derechos humanos, activistas sociales y periodistas. Un monigote más de la gran patronal, consecuente con las compañías extractivas e intolerante con grupos indígenas y de diversidad sexual.

Entre ellos dos Guatemala tiene que elegir. Qué ofertón, diría el meme.

El único ganador aquí es el sistema, al que no le importa cuál de estas dos opciones alcance el poder. Ha garantizado su permanencia y tendrá cuatro años más para recuperarse de los durísimos golpes que le propinó la Cicig y seguir inyectando miedo ante cualquier idea que lo cuestione o busque transformarlo.

Donde queda un hilo de esperanza es en el Congreso. Si se logra construir una alianza sólida y programática entre Winaq, Semilla, MLP, URNG y BIEN, será posible hacerle un buen contrapeso a la nueva noche oscura que se avecina. Hay tiempo para ello.

Hacer política de verdad y construir instituciones partidarias sólidas es quizá el único camino que nos queda para que dentro de cuatro años no nos toque andar otra vez de guajeros, buscando en la basura quién es el menos peor para gobernar.

(*) Desobediente. Creyente de la insoportable levedad mediática. Vivo en un país que puede que tenga remedio.

Colaborador Semilla.


Nota: Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad exclusiva del autor. Esta opinión fue publicada originalmente en Plaza Pública.