Las trampas de la polarización. J. Morales et al., condenados al fracaso.
Edgar Gutiérrez /
Cuando una sociedad se polariza “saca el cobre”. No en el sentido de exhibir sus verdaderas intenciones sino de asumir poses altisonantes, refugiándose en ghettos desde donde se funden y conspiran los bandos, porque a la vez se sienten víctimas de una conspiración. En la polarización los actores radicales adquieren centralidad y sus opiniones y directivas ensordecen al resto. Este es el más notorio síntoma de la sociedad polarizada: los marginales en épocas de distensión (considerados necios), súbitamente pasan a encabezar los regimientos.
En política la polarización es contienda entre dos bandos antagónicos, con intereses contrapuestos. La polarización erosiona severamente los amplios campos de la moderación, la sensatez, e incluso de la neutralidad como albedrío. Si la polarización es el recurso del statu quo para defender privilegios, lo lógico es que escale la confrontación fanática, hasta ataques típicos del trastorno delirante o psicótico. En su escenario cabe el método de la violencia organizada que, en este contexto, es de naturaleza política (aunque acude a estructuras de la violencia criminal).
La polarización sirve para varios fines. Es un buen distractor y una herramienta de manipulación. Cuando alcanza el clima de combustión en la sociedad, el terreno puede eventualmente ser usado para una estrategia de negociación. Significa que los radicales dejaron de ser útiles tácticamente, y quienes entienden la polarización pragmáticamente como un medio, se modulan. Guardan el cobre.
Estructuralmente Guatemala es una sociedad polarizada, pero no lo es en la coyuntura que se abrió en 2015. La sociedad de los privilegios y de la impunidad fue reaccionando progresivamente, sobre todo a partir de julio de 2016, y “sacó el cobre” del viejo arsenal de la guerra fría, montado sobre agentes clave del fundamentalismo religioso. ¿Hay polarización social cuando solo una parte de la sociedad se radicaliza, agrede, insulta y le carcome el resentimiento? No. No necesariamente.
El fenómeno observado es propio de la física (o la electromagnética, dirían los físicos) y no social o política. Quiero decir que la energía (voluntad, recursos, estrategias) se refracta. Al cabo, al desviarse o modificarse abrirá el paso a otros fenómenos sociales. Deseablemente, cultura de legalidad, carta de ciudadanía de los derechos humanos y oportunidades de crecimiento y desarrollo para millones de personas excluidos del contrato social de la República. Condición sine qua non es el cambio de actitud –voluntario o forzado por las necesidades– de las elites de los privilegios y la impunidad, fuente, ahora mismo, de la polarización.
En otras palabras, si una sociedad trata de reordenarse edificando un pilar de justicia, el statu quo saboteador comete suicidio histórico. El mundo civilizado observa que nuestro Estado fracasado empieza a levantarse sobre sus propias cenizas: no lo dejará solo ni caerá en las trampas de la polarización de un rancio statu quo ni de sus sospechosas alianzas. No minimizo los riesgos de los populismos y fanatismos que ganan poder e influencia por doquier, pero Jimmy Morales et al., están condenados a perder. Es más, el recurso de la CICIG es tan eficiente y versátil que va a inspirar mecanismos internacionales de cooperación durante las próximas décadas, en una treintena de naciones donde aún queda tejido de sociedad y vestigios de instituciones a partir de las cuales pueden ser reconstruidas. CICIG es más barato, menos invasivo y con mayores horizontes de sostenibilidad que, por ejemplo, el despliegue de Cascos Azules.
Referencia: https://elperiodico.com.gt/opinion/2018/05/24/las-trampas-de-la-polarizacion/