1

Érase una vez

Anabella Giracca /

 

Un país de papel…

“Si hubiera más políticos que supieran de poesía, y más poetas que entendieran de política, el mundo sería un lugar un poco más amigable”. Me encanta ese dicho, y lo comparto porque acá la política perdió esa humanidad sensible, abandonó su esencia, se convirtió en un costal atiborrado de intereses personales, confrontación, corrupción y vendajes. En un enredo de complotistas. La política extravió su corazón. Ya nada cuadra en este territorio tan conmocionado de volcanes, cordilleras y ríos largos. Unos le llaman caos, “algo va a pasar”. Y la verdad es que siempre se oxigena la crisis.

Quienes están llamados a garantizar la unidad, la concordia, la fraternidad, hoy se suben a su escenario para confrontar, retar, mostrar su intolerancia. Buscan aliados desesperadamente en lugar de dedicar su tiempo para lo que fueron electos: articular acciones necesarias en función del bienestar común. Y mientras tanto el hambre sigue su ruta de dolor, la muerte continúa visitando a mansalva, la pobreza permanece sentada en su silla de primera fila, la desigualdad…

¿Cómo recuperarnos? La mala política solo se puede limpiar desde la política. Desde el servicio público honorable. Desde cuadros serios, capaces y comprometidos. Pero como ciudadanos también debemos de cambiar, fiscalizar, involucrarnos y exigir colectivamente respuestas coherentes. Escoger programas y no rostros; equipos y no imágenes vacías; ideólogos y no cascarones. La política que necesitamos es una conformada por personas que jamás pierdan la vergüenza y por servidores que, al servir, jamás pierdan el respeto. Por una buena formación cívica…, ¿por qué no hacerlo?

La verdad, es que el Estado se ha desconfigurado. Se quedó sin aire. Perdimos humanidad.

El Congreso es cosa perversamente extraña, por ejemplo. Son tantos los que resultan sumándose a pactos y tratados oscuros; tantos que transan y maquinan para encontrar sus salidas a costa de todo y de todos. Un diputado se pone a hablar y generalmente no dice nada. Encima, nadie le escucha pero, después, todos están en desacuerdo. Es como si navegaran en barcos de papel en medio de una tormenta. Tan fácil hundirse.

Sin duda que la política es demasiado seria y puede ser demasiado buena como para dejarla tantas veces en manos de bandidos. Es más, la política debería ser la profesión a tiempo parcial de todo ciudadano guatemalteco. Con más poetas y menos insensibles. Con arrestos. Entusiasmo, esperanza… Y poder decir: érase una vez, un país de acero.

Columna de opinión tomada de El Periodico
Ver texto original: https://elperiodico.com.gt/opinion/2018/05/09/erase-una-vez/




Ideas sobre polarización

Anabella Giracca / 

Difiero de aquellos que insisten en utilizar tal concepto para descalificar las diferencias.

 20 puntos de simple aproximación:

1) Polarizar es sinónimo de concentrar, acaparar, monopolizar. ¿Por qué entonces, “polarización” se usa hoy para insistir en que estamos divididos o separados en una lógica binaria, maniquea o dualista?

2) Porque el que polariza piensa que solo hay un mundo: su ombligo. 3) Quien no piensa como yo, está en contra mía. Es decir, se nutre esa acción de dos componentes: antagonismo y supremacía.

4) Cuando estamos frente a otra persona, aunque no pensemos igual o exactamente igual en cualquier materia, esta no se convierte automáticamente en un enemigo, ¿o sí?, ni mucho menos en un inferior a mí. Tampoco en un superior.

5) La tan mencionada polarización no nace de un supuesto debate dicotómico de ideas, o de contar con ideologías antagónicas, sino de una deformación de irrespeto hacia el prójimo. Y fundamentalmente por presuponer que mi forma de pensar o creer en algo es la única visión cierta y correcta. 6) El antagonismo es derivación de la supremacía.

7) El mayor reto que enfrenta nuestra sicología social es ver al otro como igual. (Simple, ¿no?).

8) Polarizar es pues, partir de la unicidad, del pensamiento hegemónico o pensamiento único; del simple egocentrismo ante la falta de formación política e ideológica. 9) La polarización es la consecuencia de respirar el mundo con un solo olfato: el mío.

10) Aprender a ser mediadores desde niños se hace cada vez más importante, porque el enfrentamiento y la discordia están a flor de piel, en todas partes, en todas las esferas. 11) Construir las herramientas mentales para poder articular con esa diversidad es inminente, ya que la conflictividad es fuerte signo de los tiempos modernos.

12) La polarización está en las pasiones y emociones, pero no en la razón.  13) Las visiones racionales diversas son algo positivo y enriquecen el ejercicio democrático. 14) La polarización destruye. Es nociva, porque es visceral. Es odio.

15) Razón y pasión son categorías distintas. Y la que aplica en el debate de ideas es la razón, el pensamiento.

16) ¿Estamos en un plano racional o visceral? urge ubicarnos. Subir las diferencias a la razón, al argumento.

17) El argumento implica esfuerzo y construcción. 18) Somos holgazanes mentales, porque la argumentación implica elaboración. Trabajo mental. (¿Más fácil insultar?).

19) Urge más debate y menos confrontación. Más ideas y menos descalificación. Más racionalidad y menos pasiones oscuras. 20) Urge reinventar una cultura de paz.

Columna de opinión tomada de El periódico
Ver texto original: https://elperiodico.com.gt/opinion/2018/03/14/ideas-sobre-polarizacion/ 




La vieja política

Anabella Giracca /

Proteger a la verdadera democracia (principios y valores) de la falsa democracia (vieja política). Recientemente un diputado comentó que no entendía de qué se trataba la vieja política. “No logro diferenciar”, dijo… Acá una ayudita, señor diputado: Vieja política: Llega al poder sin plan ni equipo de trabajo. “Apaga fuegos”. No cuenta con ideas desarrolladas. Cae en la inmediatez. No vislumbra políticas de mediano ni largo plazo. Sin hoja de ruta.

Vieja política: No cede la estafeta. Se instala en el poder por los siglos de los siglos.
Vieja política: Niega la paridad y la alternabilidad.
Vieja política: Se esconde en discursos y fachadas. Infla datos, busca excusas y no actos. Cultura de la imagen y falsa propaganda. Se victimiza.
Vieja política: Nepotismo. Reina la incompetencia y la mala gestión pública. Corrupción.
Vieja política: No tiene ideología. Impera llegar al poder por el poder mismo para beneficio personal. No tiene idea desde qué perspectiva resolver los grandes problemas nacionales. Sin brújula.
Vieja política: No se familiariza con la empatía. Es racista. Su aspiración es mantener la hegemonía del poder. (Colonialista).
Vieja política: No fomenta la democracia interna.
Vieja política: Sustituye lo colectivo por lo individual. No comprende la equidad.
Vieja política: Hace uso y abuso de la pobreza. Ve al ciudadano como un objeto y no como un valor.
Vieja política: Ignora la ética y los principios. Responde a intereses espurios. No hay entrega ni sacrificio.
Vieja política: Practica la cultura de la piñata. Con palo en mano para sacar del Estado cuanto sea posible sin importar las demandas ciudadanas.
Vieja política: Gatopardismo. Hace como si se hace para que todo siga igual.
Vieja política: Se aprovecha de las “bases” y sus reivindicaciones, para luego invisibilizarlas. Criminalizarlas.
Vieja política: Se vende al mejor postor. Sin escrúpulos. Tránsfuga. Afronta y niega la voluntad popular.
Vieja política: Cacicazgo. Es paternalista exacerbada. Se hipnotiza con el poder, se cree dueña. Responde a problemas de raíces profundas con caridad y dádivas. Tiende a ser asistencialista y jamás busca soluciones profundas a problemas profundos.
Vieja política: Financiamiento ilícito. Opaco. Oculto. Llega al poder a pagar deudas y favores. Alianzas perversas.
Vieja política: Opacidad, transa, rosca, negocio, indiferencia. ¡Pacto perverso! Controla y devasta por su

impunidad.
Vieja política: Ofrece el cielo para profundizar las grandes miserias.

¿Coincidencias?
Y mientras tanto…, el hambre.

Columna de opinión tomada de El periódico
Ver texto original: https://elperiodico.com.gt/opinion/2018/01/17/la-vieja-politica/




Miedo neurótico

“Hay miedo a la expresión. Miedo a la organización. Miedo a la ideología. Miedo al pluralismo. Miedo a la paridad. Miedo a las reivindicaciones. Miedo a los colectivos. Miedo a los pueblos. Miedo a las voces. Miedo a la diversidad. Miedo a la diferencia (insisten en la homogeneización). Miedo a decir la verdad. Miedo a reconocer las condiciones reales en las que vive gran parte de la gente. Miedo al cambio. Miedo a aceptar que hemos fracasado.Sí, el miedo neurótico coarta la libertad. Nos ata de pies y manos. Es mordaza.”  Anabella Giracca

https://elperiodico.com.gt/opinion/2017/06/28/miedo-neurotico/