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Ideas sobre polarización

Anabella Giracca / 

Difiero de aquellos que insisten en utilizar tal concepto para descalificar las diferencias.

 20 puntos de simple aproximación:

1) Polarizar es sinónimo de concentrar, acaparar, monopolizar. ¿Por qué entonces, “polarización” se usa hoy para insistir en que estamos divididos o separados en una lógica binaria, maniquea o dualista?

2) Porque el que polariza piensa que solo hay un mundo: su ombligo. 3) Quien no piensa como yo, está en contra mía. Es decir, se nutre esa acción de dos componentes: antagonismo y supremacía.

4) Cuando estamos frente a otra persona, aunque no pensemos igual o exactamente igual en cualquier materia, esta no se convierte automáticamente en un enemigo, ¿o sí?, ni mucho menos en un inferior a mí. Tampoco en un superior.

5) La tan mencionada polarización no nace de un supuesto debate dicotómico de ideas, o de contar con ideologías antagónicas, sino de una deformación de irrespeto hacia el prójimo. Y fundamentalmente por presuponer que mi forma de pensar o creer en algo es la única visión cierta y correcta. 6) El antagonismo es derivación de la supremacía.

7) El mayor reto que enfrenta nuestra sicología social es ver al otro como igual. (Simple, ¿no?).

8) Polarizar es pues, partir de la unicidad, del pensamiento hegemónico o pensamiento único; del simple egocentrismo ante la falta de formación política e ideológica. 9) La polarización es la consecuencia de respirar el mundo con un solo olfato: el mío.

10) Aprender a ser mediadores desde niños se hace cada vez más importante, porque el enfrentamiento y la discordia están a flor de piel, en todas partes, en todas las esferas. 11) Construir las herramientas mentales para poder articular con esa diversidad es inminente, ya que la conflictividad es fuerte signo de los tiempos modernos.

12) La polarización está en las pasiones y emociones, pero no en la razón.  13) Las visiones racionales diversas son algo positivo y enriquecen el ejercicio democrático. 14) La polarización destruye. Es nociva, porque es visceral. Es odio.

15) Razón y pasión son categorías distintas. Y la que aplica en el debate de ideas es la razón, el pensamiento.

16) ¿Estamos en un plano racional o visceral? urge ubicarnos. Subir las diferencias a la razón, al argumento.

17) El argumento implica esfuerzo y construcción. 18) Somos holgazanes mentales, porque la argumentación implica elaboración. Trabajo mental. (¿Más fácil insultar?).

19) Urge más debate y menos confrontación. Más ideas y menos descalificación. Más racionalidad y menos pasiones oscuras. 20) Urge reinventar una cultura de paz.

Columna de opinión tomada de El periódico
Ver texto original: https://elperiodico.com.gt/opinion/2018/03/14/ideas-sobre-polarizacion/ 




Reunión departamental para coordinar actividades de adhesiones y organización en Jalapa

15 de marzo de 2018
3:00 PM
Contactos con:
Pedro Romero: 45021008   /   Edgar PIneda53032036




¿Cuántos más?

 

Anabella Giracca /

Lo que dejamos de hacer.

Parafraseando a Javier Marías: Cuando nos preguntan quiénes somos, contamos los grados obtenidos, los premios recibidos, los hijos y viajes realizados. Cuando, en realidad, no nos damos cuenta de que muchas veces, somos más lo que dejamos de hacer. Somos eso que quedó pendiente. Ese beso que no dimos puede marcarnos más que el cúmulo dado en nuestra bitácora.

Como anillo al dedo: Guatemala es resultado de lo que se ha dejado de hacer. Sistemáticamente. De esos “pendientes” que duelen cotidianamente.

¿Cuántos accidentes más, en manos de cabezales conducidos por la muerte hay que esperar, para tomar medidas serias de controles, prohibiciones y verificaciones? ¿Cuántas víctimas más, pasajeras de la muerte?

¿Cuántos niños y jóvenes más hay que perder en el sistema escolar, año con año, por la caída sistemática en cobertura, para tomar medidas de emergencia?

¿Cuántos bosques más vamos a esperar que se talen, para entender el riesgo ambiental en el que vivimos?

¿Cuántos brotes de enfermedades caducas debemos esperar que afloren, antes de vacunar a tiempo a la población infantil?

¿Cuántos lagos y ríos más tenemos que matar, para aplicar severamente acciones que permitan controlar y sancionar férreamente la contaminación?

¿Cuántos jóvenes más queremos ver arrinconados en prisiones desbordadas, para invertir más en educación básica y en programas alternativos de atención a la juventud?

¿Cuántas niñas más embarazadas tenemos que ver rebalsando estadísticas, para instalar en el sistema educativo modelos de aprendizaje que tomen en cuenta la orientación sexual?

¿Cuántos pilotos más tienen que morir, antes de aplicar medidas efectivas de seguridad (contundentes) para
combatir la extorsión?

¿Cuántos ejemplos más necesitamos, para reaccionar colectivamente contra las fuerzas articuladas de poder que neutralizan la lucha contra la corrupción?

¿Cuántos niños más tienen que morir de hambre, para que se apliquen drásticas políticas alimentarias más allá de la caridad y el asistencialismo?

¿Cuántos años más vamos a seguir soportando los efectos de la vieja política, donde siguen llegando al poder funcionarios bestiales y pervertidos? (Aló alcalde de Patulul).

¿Cuántas niñas más con rostro de “Hogar Seguro”?

Prevenir es primordial condición de la nueva política. Es planificación. Es visión. Es dejar atrás los rezagos del pasado. Prevenir es tomar precauciones, medidas por adelantado para evitar daño, riesgo, peligro. Eso a cambio de la política de parches, sin programas ni norte. ¡Exijamos!, para evitar seguir siendo ese beso pendiente.

Columna de opinión tomada de El periódico
Ver texto original: https://elperiodico.com.gt/opinion/2018/03/07/cuantos-mas/




Reinventarnos

Anabella Giracca

El presidente está solo.

Hablar de soledad en política es un asunto que hay que tomar con absoluta seriedad. Quiere decir muchas cosas. Decir, por ejemplo, que el presidente arribó al “trono” sin un equipo articulado que le hiciera frente, con coherencia y eficacia, al Estado calamitoso que tenemos. Quiere decir que las compañías que eligió a la hora de ponerse la banda, eran oportunistas y equivocadas.

Los tránsfugas que sumó a su flaco caudal, como una de sus primeras contradicciones (error garrafal) políticas, es un ejemplo vivo de ello. Implica que creó un Frankenstein que se ha ido desgranando por pedazos…, y ahora…, muchos aseguran que está solo.

Para implementar la añorada “nueva política”, sin duda que se requiere también de un nuevo ciudadano. Uno dispuesto a cerrar círculos y reinventar su propia cultura política. La que elija cuadros y no caudillos. Equipos y no figuras trasnochadas que abusan del teleprónter, del maquillaje, del photoshop y de los montajes con ancianos abandonados.

La ciudadanía es capaz de cerrar círculos antepasados y enterrar el presidencialismo que tanto daño le ha hecho a nuestra democracia. Donde el presidente para amándose a sí mismo y a sus dificultades íntimas, a costas de responder con entrega a su mandato. Termina comprando con nuestros impuestos carajadas personales por miles y miles (imperdonable). Cobra sueldos “bonos”. Pasa por encima de tratados y acuerdos internacionales para resolver sus problemas personales. Tal es el caso de su más equivocada acción política: Haber declarado persona non grata a Iván Velásquez en un claro conflicto de interés.

El presidencialismo los vuelve Narcisos. Pero ojo, que el narcisismo es un mal que se caracteriza por la grandiosidad, la megalomanía, el orgullo, el egoísmo y la falta de empatía.

Sí, hablar de soledad en política es cosa seria. Es saber que estamos en manos de medidas particulares a costas del bien común. Es saber que dependemos de temperamentos. Es saber que tenemos un presidente copado de sanguijuelas que se sirven banquetes de su “soledad”. Es tener que escuchar tantos discursos vacíos que tienden a verlo todo desde su ombligo. Porque, ¿está solo? La pobreza no entra, la desigualdad no entra, el hambre no entra por su ventana vacía.

Derrumbar el paternalismo, el caudillismo, el presidencialismo, el colonialismo, el clientelismo es un reto ciudadano. Aspirar a cuadros, a equipos, a ideas es nuestro mayor reto. Evaluar propuestas y fomentar el pensamiento crítico nos blindará del oportunismo, del fraude y de la inmediatez. ¡Reinventarnos es la meta!

Columna de opinión tomada de El periódico
Ver texto original: https://elperiodico.com.gt/opinion/2018/02/28/reinventarnos/




#YoNoSoyImpunidad

Anabella María Giracca Méndez

 

La Carta de Derechos de las Personas Ante la Justicia en el Espacio Judicial Iberoamericano, (conocida como la “Declaración de Cancún”), presenta ideas centrales que, ante la severa crisis que sufre nuestro sistema, vale la pena retomar: 

Es cardinal el derecho de la población a tener acceso a una justicia independiente, imparcial, transparente, responsable, eficiente, eficaz y equitativa.

La dignidad de la persona y los derechos que le son inalienables demandan la institucionalización de principios básicos que protejan a las personas cuando reclamen justicia. Y esos principios son:

Una justicia moderna y accesible a todas las personas. Una justicia transparente. Una justicia comprensible. Una justicia atenta. Una justicia responsable ante el ciudadano. Una justicia ágil y tecnológicamente avanzada. Una justicia que protege a los más débiles.

Si estos principios son aplicables a la justicia en general, imaginemos el grado de exigencia que se requiere cuando se trata de la justicia en materia penal. Comprendo que la vasta mayoría de delitos tipificados en nuestra legislación son de acción pública. Es decir, solamente el Ministerio Público, en representación del Estado de Guatemala, o mejor dicho aún, del anhelado Estado de Derecho de Guatemala, puede ejercer la acción penal y por ende, debe afanarse en todo momento en que la justicia que busca materializar por medio de sus acusaciones, coadyuven con el cumplimiento de esos principios.

Así, queda evidenciada la enorme transcendencia que tiene la Fiscalía General en un Estado Democrático de Derecho. Porque, al fin y al cabo, lo que se debe buscar con la justicia es intentar, con todo esfuerzo, saber la verdad.

Estamos por presenciar la elección de uno de los cargos más delicados y trascendentales en momentos en los que los poderes oscuros insisten en afianzar sus raíces. Esos que unen fuerzas perversas para seguir desangrando aún más a nuestro país anémico. ¡No nos engañemos! Retomemos las raíces, todos, vamos a lo básico y toral. La Fiscalía General de la Nación debe seguir siendo ocupada por quien demuestre, entre otras cosas, el mayor grado de comprensión de lo que significan aquellos principios básicos de justicia.

Porque aunque no es quien resuelve, interviene inexcusablemente en la resolución de los casos. Insisto, con un solo fin: luchar por conocer la verdad, y por medio de ella, llegar, tarde o temprano, a la paz que tanto añoramos. La fórmula es avanzar, jamás retroceder.

  Columna de opinión tomada de El periódico Ver texto original: https://elperiodico.com.gt/opinion/2018/02/14/yonosoyimpunidad-3/




La vieja política

Anabella Giracca /

Proteger a la verdadera democracia (principios y valores) de la falsa democracia (vieja política). Recientemente un diputado comentó que no entendía de qué se trataba la vieja política. “No logro diferenciar”, dijo… Acá una ayudita, señor diputado: Vieja política: Llega al poder sin plan ni equipo de trabajo. “Apaga fuegos”. No cuenta con ideas desarrolladas. Cae en la inmediatez. No vislumbra políticas de mediano ni largo plazo. Sin hoja de ruta.

Vieja política: No cede la estafeta. Se instala en el poder por los siglos de los siglos.
Vieja política: Niega la paridad y la alternabilidad.
Vieja política: Se esconde en discursos y fachadas. Infla datos, busca excusas y no actos. Cultura de la imagen y falsa propaganda. Se victimiza.
Vieja política: Nepotismo. Reina la incompetencia y la mala gestión pública. Corrupción.
Vieja política: No tiene ideología. Impera llegar al poder por el poder mismo para beneficio personal. No tiene idea desde qué perspectiva resolver los grandes problemas nacionales. Sin brújula.
Vieja política: No se familiariza con la empatía. Es racista. Su aspiración es mantener la hegemonía del poder. (Colonialista).
Vieja política: No fomenta la democracia interna.
Vieja política: Sustituye lo colectivo por lo individual. No comprende la equidad.
Vieja política: Hace uso y abuso de la pobreza. Ve al ciudadano como un objeto y no como un valor.
Vieja política: Ignora la ética y los principios. Responde a intereses espurios. No hay entrega ni sacrificio.
Vieja política: Practica la cultura de la piñata. Con palo en mano para sacar del Estado cuanto sea posible sin importar las demandas ciudadanas.
Vieja política: Gatopardismo. Hace como si se hace para que todo siga igual.
Vieja política: Se aprovecha de las “bases” y sus reivindicaciones, para luego invisibilizarlas. Criminalizarlas.
Vieja política: Se vende al mejor postor. Sin escrúpulos. Tránsfuga. Afronta y niega la voluntad popular.
Vieja política: Cacicazgo. Es paternalista exacerbada. Se hipnotiza con el poder, se cree dueña. Responde a problemas de raíces profundas con caridad y dádivas. Tiende a ser asistencialista y jamás busca soluciones profundas a problemas profundos.
Vieja política: Financiamiento ilícito. Opaco. Oculto. Llega al poder a pagar deudas y favores. Alianzas perversas.
Vieja política: Opacidad, transa, rosca, negocio, indiferencia. ¡Pacto perverso! Controla y devasta por su

impunidad.
Vieja política: Ofrece el cielo para profundizar las grandes miserias.

¿Coincidencias?
Y mientras tanto…, el hambre.

Columna de opinión tomada de El periódico
Ver texto original: https://elperiodico.com.gt/opinion/2018/01/17/la-vieja-politica/




Miedo neurótico

“Hay miedo a la expresión. Miedo a la organización. Miedo a la ideología. Miedo al pluralismo. Miedo a la paridad. Miedo a las reivindicaciones. Miedo a los colectivos. Miedo a los pueblos. Miedo a las voces. Miedo a la diversidad. Miedo a la diferencia (insisten en la homogeneización). Miedo a decir la verdad. Miedo a reconocer las condiciones reales en las que vive gran parte de la gente. Miedo al cambio. Miedo a aceptar que hemos fracasado.Sí, el miedo neurótico coarta la libertad. Nos ata de pies y manos. Es mordaza.”  Anabella Giracca

https://elperiodico.com.gt/opinion/2017/06/28/miedo-neurotico/




Izquierda rosada

Anabella Giracca

La izquierda progresista, es una corriente que pretende combatir el desequilibrio causado por el neoliberalismo. Está sentada en un sistema democrático sólido. En un Estado fuerte capaz de marcar las directrices políticas con transparencia, para responder a las secuelas que la desigualdad ha causado. Tales como el hambre, la violencia, la migración, la pobreza. Está en contra de las dictaduras y de los sistemas totalitarios.

Descansa en la paz. Una izquierda progresista cree en el esclarecimiento histórico; en el bien común. Respeta la voluntad individual y favorece la acción colectiva. Cree en la implementación efectiva de las normas internacionales del trabajo. En pocas palabras, representa un nuevo pacto social. Interpreta la libertad como dignidad, como el derecho a vivir bien. Niega la ciudadanía de primera, segunda y tercera categorías. Confía en que la construcción de un país noble, está basada en las mayorías. Respeta el pluralismo y valora la diversidad. Descarta el racismo y la intolerancia.
Lucha permanentemente por condiciones igualitarias. Profesa el derecho a la diferencia cuando la igualdad invisibiliza; y el derecho a la igualdad cuando la diferencia discrimina.

La izquierda progresista es “pueblos”; es defensa del territorio. Aviva un sistema educativo público de acceso universal, de calidad, que garantice igualdad de oportunidades. Desarrolla un sistema de salud pública eficaz. Etcétera, etcétera, etcétera.

La izquierda progresista profesa el Estado de Derecho (y el derecho a un Estado). Es democrática, moderna. Se centra en lo que trasciende, en la síntesis. En estos principios y valores esenciales (incluyendo los etcéteras).

Es comprensible decir que todos somos producto de nuestro tiempo y juzgamos los hechos en torno a ello. Pero hay que caminar. Ver más allá de lo vidente. Avanzar. Porque las formas deben de ir acordes al momento histórico. El presente debe respetar las formas del pasado, claro, pero el pasado no debe obstaculizar las formas del futuro.

Descalificar peyorativamente una tendencia que tiene valores substanciales porque no se usen los métodos de antes, terminaría en un juicio a todas luces anacrónico y equivocado.

La izquierda democrática es humanista, creativa. Apuesta al diálogo. A la era de las ideas. A no temer a pensamientos diferentes. A la buena fe. Sin soberbia. Sin rigidez. Sin descalificaciones sistemáticas.

Por mi parte, no tengo prejuicio contra el rosado. Sobre todo si adquiere semejante categoría política.

 
https://elperiodico.com.gt/opinion/2017/05/17/izquierda-rosada/



Valientes

Nunca me sentí particularmente valiente.

Luis Eduardo Barrueto

Salir del clóset me tomó dos intentos, ya que el miedo a cómo iban a reaccionar mis papás se convirtió en un nudo en la garganta. Y en el segundo intento solo fui exitoso porque ya había creado suficiente anticipación («tengo que hablarles de algo importante» o «bajen a la sala por favor») y ya era demasiado tarde para inventarme algo más. 

Quizá fue simplemente que la presión me impidió maquinar una mentira y salvar la ocasión para otro momento.

No me arrepiento. Mis papás me dijeron que mi hermana era aún muy pequeña para comprender y que no se lo dijera. Quizá esperaban que con el tiempo recapacitara y dejara atrás esta fase, pero nunca ocurrió. Y el mismo fin de semana se lo hice saber cuando, camino a dejarla a algún evento, le indiqué que pasaríamos por mi novio para llevar su perro al veterinario.

Hemos hablado pocas veces sobre el tema, pero en la familia hemos llegado a un equilibrio extraño. Solo mi madre ha conocido a mi novio y pregunta constantemente cómo nos va. Mi hermana lo conoce de vista. Y a mi padre no se le menciona (Dios guarde) ni se le pueden alterar los nervios presentándole la realidad que, luego de tantos años, aún parece no «encajar en sus casillas».

Él prometió, después de todo, que se iba a morir antes de entender y aceptar mi orientación sexual. Hasta ahora ha cumplido y la pelota está en su lado de la cancha. Pero nos vemos seguido y conversamos. Porque, así como mi identidad no se reduce a mi vida sexual, tampoco la de él a su rechazo por la mía. Y hemos de vivir con nuestras similitudes y diferencias.

Para mí, el requisito era que en casa se enteraran por mi propia boca: afuera había abrazado mi identidad y, aunque no la pregonaba a los cuatro vientos, sabía que ser abierto haría que la noticia llegara por otra vía de vuelta a casa. Y quería evitar toda sorpresa. Pero, más allá de tragar saliva un par de veces y de apretar los puños, no fue la valentía lo que me sacó adelante.

Tuve la suerte de recibir una buena educación y de ser capaz de articular con mucha claridad mi visión del mundo. Esa visión (incompatible desde siempre con la discriminación) me llevó a adoptar con mucha seguridad mi sexualidad como parte de mi identidad. Y a defenderla en los casos en que fue necesario. Cuando mi libertad contravino demasiado las normas de la decencia de mi casa, también mi educación me abrió oportunidades de estudio y trabajo que me permitieron salir, pero en condiciones cómodas y sin problema alguno.

Esa circunstancia, está de más decirlo, es la de una persona entre miles que no tienen la misma suerte. La realidad es tanto más cruda: un 70 % de la población cree que la homosexualidad es una condición médica (una enfermedad, para hablar sin tapujos) y un 40 % no aceptaría a un miembro de la familia que no fuera heterosexual. Más de dos terceras de la comunidad LGBT han señalado violaciones a sus derechos de salud, de educación y laborales, y los crímenes motivados por el odio y el rechazo son un fenómeno común, sobre todo en contra de la comunidad trans.

Precisamente en esto pensé cuando leí un comentario sobre la ironía de que en Guatemala usemos hueco como sinónimo de cobarde cuando ser LGBT en este país es un acto de valentía extrema.

Salir del clóset, me quedé pensando, no es sino el primer paso de ese forcejeo por vivir una vida normal. Cosas tan básicas como tomar la mano de mi novio o besarlo en público se sienten no como pequeños gestos de afecto privados, sino como una transgresión. Y pedir derechos básicos (que no te expulsen de un trabajo o que no te den una golpiza con impunidad simplemente por no ser heterosexual) es ya una gran hazaña en un país que cree que no merecemos nada por el simple hecho de ser distintos.

El pasado 17 de mayo (Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia) leí un afiche que decía: «Nuestro amor no daña. Tu odio sí». El rechazo, el odio y la cristalización de la homofobia en la cultura y en las 

instituciones son sumamente dañinos. Por eso es que, aunque no me afecte tanto directamente (hablo desde mi privilegio), tomo cada ocasión posible para confrontar a quienes se dedican a hacerles la vida imposible a tantos valientes anónimos de este país.

Nos debemos a ellos para evitar que sigan viviendo bajo constante asedio.

Columna de opinión publicada en Plaza Pública: https://www.plazapublica.com.gt/content/valientes