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¿Qué es Movimiento Semilla?

Somos un movimiento político, democrático y plural, integrado por guatemaltecos y guatemaltecas, que buscamos sumar nuestros esfuerzos a los que se realizan en otras partes, para ir estableciendo las bases de una Mayoría Alternativa.

¿A qué nos referimos con Mayoría Alternativa?

La Mayoría Alternativa constituye una gran fuerza ciudadana que se está construyendo; potenciadora de un cambio radical para nuestras sociedades, propiciadora de la transformación del Estado excluyente y discriminador en uno democrático y plural, en el que los intereses de las personas -individuos y comunidades- estén por encima de intereses económicos y burocráticos particulares. Es una Mayoría Alternativa que integra los intereses de los sectores más vulnerables y pobres con los de las clases medias, para darles una expresión política fuerte y unificadora.

¿A qué aspiramos?

  • Aspiramos a una democracia que responda a los intereses de las mayorías expresados libre y democráticamente, sin vulnerar los derechos fundamentales de las minorías.
  • Queremos un Estado eficaz, con autoridad y legitimidad, sujeto al poder de la mayoría y al estado de derecho, que reconozca la naturaleza multie´tnica y pluricultural de Guatemala.
  • Anhelamos una sociedad en la que reine la equidad, la igualdad ante la ley, la igualdad de derechos y de oportunidades y la igualdad de capacidades.
  • Buscamos impulsar una economía incluyente, equitativa y sostenible, con respeto a la Naturaleza.



Adhesiones

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Donaciones

¡Nuestra independencia política descansa en nuestra independencia económica!




Evento: presentación de informe financiero




Transparencia financiera




Miedo neurótico

“Hay miedo a la expresión. Miedo a la organización. Miedo a la ideología. Miedo al pluralismo. Miedo a la paridad. Miedo a las reivindicaciones. Miedo a los colectivos. Miedo a los pueblos. Miedo a las voces. Miedo a la diversidad. Miedo a la diferencia (insisten en la homogeneización). Miedo a decir la verdad. Miedo a reconocer las condiciones reales en las que vive gran parte de la gente. Miedo al cambio. Miedo a aceptar que hemos fracasado.Sí, el miedo neurótico coarta la libertad. Nos ata de pies y manos. Es mordaza.”  Anabella Giracca

https://elperiodico.com.gt/opinion/2017/06/28/miedo-neurotico/




No faltes a nuestro Club de Lectura

La Cuarta Socialdemocracia y la Paradoja Democrática son los dos libros pendientes de discutir en nuestro Club de Lectura.

La actividad se realizará, como es costumbre, en Librería Sophos el cuarto sábado del mes, es decir 29 de julio y 26 de agosto. Reserven estas fechas en sus agendas.

Se trata de un espacio de encuentro y de intercambio, mediante el cual queremos contribuir al debate de las ideas.

#Soy Semilla #PensamientoCrítico




Izquierda rosada

Anabella Giracca

La izquierda progresista, es una corriente que pretende combatir el desequilibrio causado por el neoliberalismo. Está sentada en un sistema democrático sólido. En un Estado fuerte capaz de marcar las directrices políticas con transparencia, para responder a las secuelas que la desigualdad ha causado. Tales como el hambre, la violencia, la migración, la pobreza. Está en contra de las dictaduras y de los sistemas totalitarios.

Descansa en la paz. Una izquierda progresista cree en el esclarecimiento histórico; en el bien común. Respeta la voluntad individual y favorece la acción colectiva. Cree en la implementación efectiva de las normas internacionales del trabajo. En pocas palabras, representa un nuevo pacto social. Interpreta la libertad como dignidad, como el derecho a vivir bien. Niega la ciudadanía de primera, segunda y tercera categorías. Confía en que la construcción de un país noble, está basada en las mayorías. Respeta el pluralismo y valora la diversidad. Descarta el racismo y la intolerancia.
Lucha permanentemente por condiciones igualitarias. Profesa el derecho a la diferencia cuando la igualdad invisibiliza; y el derecho a la igualdad cuando la diferencia discrimina.

La izquierda progresista es “pueblos”; es defensa del territorio. Aviva un sistema educativo público de acceso universal, de calidad, que garantice igualdad de oportunidades. Desarrolla un sistema de salud pública eficaz. Etcétera, etcétera, etcétera.

La izquierda progresista profesa el Estado de Derecho (y el derecho a un Estado). Es democrática, moderna. Se centra en lo que trasciende, en la síntesis. En estos principios y valores esenciales (incluyendo los etcéteras).

Es comprensible decir que todos somos producto de nuestro tiempo y juzgamos los hechos en torno a ello. Pero hay que caminar. Ver más allá de lo vidente. Avanzar. Porque las formas deben de ir acordes al momento histórico. El presente debe respetar las formas del pasado, claro, pero el pasado no debe obstaculizar las formas del futuro.

Descalificar peyorativamente una tendencia que tiene valores substanciales porque no se usen los métodos de antes, terminaría en un juicio a todas luces anacrónico y equivocado.

La izquierda democrática es humanista, creativa. Apuesta al diálogo. A la era de las ideas. A no temer a pensamientos diferentes. A la buena fe. Sin soberbia. Sin rigidez. Sin descalificaciones sistemáticas.

Por mi parte, no tengo prejuicio contra el rosado. Sobre todo si adquiere semejante categoría política.

 
https://elperiodico.com.gt/opinion/2017/05/17/izquierda-rosada/



Valientes

Nunca me sentí particularmente valiente.

Luis Eduardo Barrueto

Salir del clóset me tomó dos intentos, ya que el miedo a cómo iban a reaccionar mis papás se convirtió en un nudo en la garganta. Y en el segundo intento solo fui exitoso porque ya había creado suficiente anticipación («tengo que hablarles de algo importante» o «bajen a la sala por favor») y ya era demasiado tarde para inventarme algo más. 

Quizá fue simplemente que la presión me impidió maquinar una mentira y salvar la ocasión para otro momento.

No me arrepiento. Mis papás me dijeron que mi hermana era aún muy pequeña para comprender y que no se lo dijera. Quizá esperaban que con el tiempo recapacitara y dejara atrás esta fase, pero nunca ocurrió. Y el mismo fin de semana se lo hice saber cuando, camino a dejarla a algún evento, le indiqué que pasaríamos por mi novio para llevar su perro al veterinario.

Hemos hablado pocas veces sobre el tema, pero en la familia hemos llegado a un equilibrio extraño. Solo mi madre ha conocido a mi novio y pregunta constantemente cómo nos va. Mi hermana lo conoce de vista. Y a mi padre no se le menciona (Dios guarde) ni se le pueden alterar los nervios presentándole la realidad que, luego de tantos años, aún parece no «encajar en sus casillas».

Él prometió, después de todo, que se iba a morir antes de entender y aceptar mi orientación sexual. Hasta ahora ha cumplido y la pelota está en su lado de la cancha. Pero nos vemos seguido y conversamos. Porque, así como mi identidad no se reduce a mi vida sexual, tampoco la de él a su rechazo por la mía. Y hemos de vivir con nuestras similitudes y diferencias.

Para mí, el requisito era que en casa se enteraran por mi propia boca: afuera había abrazado mi identidad y, aunque no la pregonaba a los cuatro vientos, sabía que ser abierto haría que la noticia llegara por otra vía de vuelta a casa. Y quería evitar toda sorpresa. Pero, más allá de tragar saliva un par de veces y de apretar los puños, no fue la valentía lo que me sacó adelante.

Tuve la suerte de recibir una buena educación y de ser capaz de articular con mucha claridad mi visión del mundo. Esa visión (incompatible desde siempre con la discriminación) me llevó a adoptar con mucha seguridad mi sexualidad como parte de mi identidad. Y a defenderla en los casos en que fue necesario. Cuando mi libertad contravino demasiado las normas de la decencia de mi casa, también mi educación me abrió oportunidades de estudio y trabajo que me permitieron salir, pero en condiciones cómodas y sin problema alguno.

Esa circunstancia, está de más decirlo, es la de una persona entre miles que no tienen la misma suerte. La realidad es tanto más cruda: un 70 % de la población cree que la homosexualidad es una condición médica (una enfermedad, para hablar sin tapujos) y un 40 % no aceptaría a un miembro de la familia que no fuera heterosexual. Más de dos terceras de la comunidad LGBT han señalado violaciones a sus derechos de salud, de educación y laborales, y los crímenes motivados por el odio y el rechazo son un fenómeno común, sobre todo en contra de la comunidad trans.

Precisamente en esto pensé cuando leí un comentario sobre la ironía de que en Guatemala usemos hueco como sinónimo de cobarde cuando ser LGBT en este país es un acto de valentía extrema.

Salir del clóset, me quedé pensando, no es sino el primer paso de ese forcejeo por vivir una vida normal. Cosas tan básicas como tomar la mano de mi novio o besarlo en público se sienten no como pequeños gestos de afecto privados, sino como una transgresión. Y pedir derechos básicos (que no te expulsen de un trabajo o que no te den una golpiza con impunidad simplemente por no ser heterosexual) es ya una gran hazaña en un país que cree que no merecemos nada por el simple hecho de ser distintos.

El pasado 17 de mayo (Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia) leí un afiche que decía: «Nuestro amor no daña. Tu odio sí». El rechazo, el odio y la cristalización de la homofobia en la cultura y en las 

instituciones son sumamente dañinos. Por eso es que, aunque no me afecte tanto directamente (hablo desde mi privilegio), tomo cada ocasión posible para confrontar a quienes se dedican a hacerles la vida imposible a tantos valientes anónimos de este país.

Nos debemos a ellos para evitar que sigan viviendo bajo constante asedio.

Columna de opinión publicada en Plaza Pública: https://www.plazapublica.com.gt/content/valientes




Una jornada memorable

En el camino a constituirnos en partido político.

Fue muy estimulante ver el entusiasmo y el compromiso con el que llegaron 300 personas a firmar la escritura pública para la constitución del Comité para la formación del Partido Movimiento Semilla.

El 14 de junio fue sin duda una jornada memorable, llena de entusiasmo, alegría, esperanza y compromiso.

Soplan vientos de cambio

#SomosSemillas de esperanza