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Discurso en Asamblea de nominación Movimiento Semilla 10 de marzo de 2019

Samuel Pérez Álvarez /

Semilla, germinación y primavera eterna.

En el año 2014 un grupo de reconocidos hombres y mujeres preocupados por nuestro país, empezaron a reunirse para analizar y reflexionar los profundos problemas que vienen afectando a la sociedad guatemalteca en los últimos años. Las condiciones de vida de la gente y la institucionalidad democrática empeoraban con los sucesivos gobiernos. Identificaron una crisis del Estado y compartieron ideas para revertirla.

En ese momento de frustración, el gobierno Patriota estaba en ejercicio, los hospitales sin medicinas y la corrupción dándose gusto.

Luego, llegó el 2015 y algo cambió en Guatemala. En ese momento no dimensionamos la profundidad de la crisis, la incidencia de las movilizaciones, ni la capacidad transformadora de una sociedad que, si se organiza, puede tumbar gobiernos corruptos. En ese momento, las reivindicaciones históricas se unieron a nuevas generaciones que creaban nuevas identidades políticas, con una consigna clara de rechazo al saqueo de lo público y a la corrupción tradicional, y una determinación inquebrantable de rescate institucional.

Esta jornada, ya histórica, de movilizaciones sociales fue el marco bajo el cual surge la oportunidad de organizar la indignación y transformarla en acción política. De tener un pie en la protesta y el otro en la propuesta, de salir a las calles, pero también de pensar en las urnas. Reconocer que existe una desconexión absoluta entre las demandas ciudadanas y los corruptos en el gobierno. Que mientras las calles exigen combatir la corrupción, el Congreso consigue 105 para garantizarse impunidad a ellos y a sus financistas.

Esta es la realidad en la que vivimos y estamos llamados y llamadas a transformar. Hoy damos el primer paso para concretar la demanda de depuración de las instituciones, de sacar a los políticos tradicionales y empezar a reemplazarles con gente digna, para que nunca vuelvan.

Una parte de lo que originó la transformación democrática del 2015 fueron las protestas, pero lo que fue determinante fue el trabajo de quienes desde la función pública defendieron la justicia, el Estado democrático de Derecho y visibilizaron las prácticas de saqueo que nadie se había atrevido a investigar por miedo a las represalias de los corruptos. Sin embargo, la historia gira hacia el lado correcto y ahora quienes tienen miedo son ellos.

En ese sentido, no existe mayor expresión de esa denuncia y combate frontal y contundente a la corrupción que el trabajo hecho por quien hoy nos acompaña aquí: Thelma Aldana, quien, con tenaz determinación, dio un paso adelanta para limpiar el Estado y todo el país la seguimos. Hoy la historia nos ha hecho coincidir en este Movimiento que hemos construido con la misma aspiración de un país mejor.

Llevamos en nuestra esencia, la esencia democrática de Guatemala, esa esencia que se enfrentó a la dictadura colonial en los levantamientos indígenas de 1820, que se enfrentó a la dictadura militar con la revolución de octubre de 1944 y que hoy nos enfrentamos a otra dictadura, la dictadura de la impunidad y la incapacidad que ha capturado nuestro Estado y que estamos dispuestos a recuperar.

Un Estado al cual le urge pasar por tres etapas de recuperación, una reforma política y administrativa, una etapa de consolidación institucional y una de implementación de políticas.

En la primera etapa, los retos serán pasar de un Estado capturado a un Estado moderno. Combatir una burocracia clientelar y de sindicatos cooptados y convertirla en un servicio civil técnico, profesional y eficiente, que dignifique lo público y que pueda empezar a dar respuestas a la población. Que se constituya en una catapulta al desarrollo y no en un ancla. Por otro lado, una reforma política que permita la representación de las mayorías sociales y quiebre el monopolio de los partidos tradicionales y de sus financistas ilícitos. Que deje de incentivar la opacidad y fomente la transparencia.

Una segunda etapa de consolidación institucional, donde el gran reto será pasar de un Estado ausente a un Estado para la gente. Que las instituciones públicas tengan sentido y visión estratégica, que dejen de ser vistas como el botín de criminales que llegan a saquearlas y dejen de crearse nuevas para pagar favores políticos. Que empiecen a pensarse para eliminar problemas sociales.

Una última etapa de implementación de políticas, y esto es hablar de largo plazo. Garantizar el cumplimiento de políticas de Estado, recuperar el tiempo perdido y la legitimidad del Estado a partir de resultados. Que a lo interno logremos el enorme reto de reconciliarnos en nuestra pluralidad, y que, hacia afuera, Guatemala recupere dignamente su lugar en el mundo. Que las políticas públicas empiecen a atender las crisis humanas que vemos a diario en las calles con el 60% de pobreza, donde la gente se ve obligada a irse, que dejemos de ser la mano de obra barata del mundo y empecemos a ser vanguardia en innovación, tecnología o energías alternativas.

Para todo esto, la condición es empezar por encabezar firmemente la lucha contra la corrupción. La corrupción se corrige desde lo jurídico, pero se combate desde lo político y el momento de empezar es ahora.

Los adversarios lo saben y por eso tienen miedo, el pacto de corruptos se pone nervioso cada vez que Semilla se reúne y lo intentan impedir, pero cada vez que lo intentan, fracasan.

Para realizar hoy nuestra Asamblea Nacional tuvimos que navegar contra-corriente y responder con acciones más que con palabras. Nos dijeron: no van a llegar al grupo promotor, y llegamos al grupo promotor. No van a llegar a las 23 mil adhesiones, y llegamos a 25 mil. No van a organizar los 50 municipios y 12 departamentos, y llegamos a 80 municipios en 20 departamentos, sin dinero, en menos de un año. No van a inscribir a su binomio, y lo vamos a inscribir. Ya solo queremos que nos digan que no vamos a ganar las elecciones, porque las vamos a ganar.

Después de muchos años, llegó el momento de empezar a ver el futuro con esperanza e ilusión. De ir a votar y por primera vez salir de la urna con satisfacción. Y de recordar que ganar las elecciones no es lo más importante, sino poner todas nuestras capacidades y solvencia al servicio del país.

Quiero resaltar que quienes sean electas y electos en los diferentes cargos a elección popular hablarán por todas y todos nosotros, lo que harán lo hará el Movimiento Semilla y la historia los va a juzgar por lo que hicieron, pero también por lo que dijeron que harían y no hicieron. No olviden nunca, bajo ninguna circunstancia, conducirse conforme a principios éticos, el partido y el país se los vamos a reconocer.

No perdamos de vista que nuestro objetivo va más allá de un proceso electoral, seguiremos construyendo este proyecto de largo plazo, el Movimiento Semilla se dispone a trascender en la historia, que la democracia se constituya en una nueva cultura política y que irradie a la sociedad entera, porque los verdaderos cambios políticos son sobre todo cambios culturales.

Ante los ataques, el temor y la incertidumbre de un sistema podrido que ve de frente su inminente muerte y se resiste con fuerza a sucumbir, recordamos que el camino es largo y lleno de obstáculos. Hay mucho por hacer, pero hoy hemos empezado.

Samuel Pérez Álvarez
Secretario General
Movimiento Semilla