Izquierda rosada

Anabella Giracca

La izquierda progresista, es una corriente que pretende combatir el desequilibrio causado por el neoliberalismo. Está sentada en un sistema democrático sólido. En un Estado fuerte capaz de marcar las directrices políticas con transparencia, para responder a las secuelas que la desigualdad ha causado. Tales como el hambre, la violencia, la migración, la pobreza. Está en contra de las dictaduras y de los sistemas totalitarios.

Descansa en la paz. Una izquierda progresista cree en el esclarecimiento histórico; en el bien común. Respeta la voluntad individual y favorece la acción colectiva. Cree en la implementación efectiva de las normas internacionales del trabajo. En pocas palabras, representa un nuevo pacto social. Interpreta la libertad como dignidad, como el derecho a vivir bien. Niega la ciudadanía de primera, segunda y tercera categorías. Confía en que la construcción de un país noble, está basada en las mayorías. Respeta el pluralismo y valora la diversidad. Descarta el racismo y la intolerancia.
Lucha permanentemente por condiciones igualitarias. Profesa el derecho a la diferencia cuando la igualdad invisibiliza; y el derecho a la igualdad cuando la diferencia discrimina.

La izquierda progresista es “pueblos”; es defensa del territorio. Aviva un sistema educativo público de acceso universal, de calidad, que garantice igualdad de oportunidades. Desarrolla un sistema de salud pública eficaz. Etcétera, etcétera, etcétera.

La izquierda progresista profesa el Estado de Derecho (y el derecho a un Estado). Es democrática, moderna. Se centra en lo que trasciende, en la síntesis. En estos principios y valores esenciales (incluyendo los etcéteras).

Es comprensible decir que todos somos producto de nuestro tiempo y juzgamos los hechos en torno a ello. Pero hay que caminar. Ver más allá de lo vidente. Avanzar. Porque las formas deben de ir acordes al momento histórico. El presente debe respetar las formas del pasado, claro, pero el pasado no debe obstaculizar las formas del futuro.

Descalificar peyorativamente una tendencia que tiene valores substanciales porque no se usen los métodos de antes, terminaría en un juicio a todas luces anacrónico y equivocado.

La izquierda democrática es humanista, creativa. Apuesta al diálogo. A la era de las ideas. A no temer a pensamientos diferentes. A la buena fe. Sin soberbia. Sin rigidez. Sin descalificaciones sistemáticas.

Por mi parte, no tengo prejuicio contra el rosado. Sobre todo si adquiere semejante categoría política.

 
image_pdfimage_print
Publicado en Opinión.

Deja una respuesta